Así como los profesionales en
publicidad ven en cada objeto que pasa por sus ojos una posibilidad para sus
próximas creaciones o como los psicólogos analizan las actitudes de sus amigos
y familiares muchas veces sin la voluntad específica de hacerlo; los abogados
analizamos jurídicamente todos los hechos sociales que puedan poner en juego
derechos. Y por qué no analizar jurídicamente también, películas, novelas,
cuentos, entre otras creaciones artísticas. Siendo así es que con el presente
artículo pretendo enfocar jurídicamente la película “La decisión más difícil”
La historia tiene como tema
central el padecimiento de cáncer de la sangre (leucemia) de una menor de 15
años, Kate, quien desde muy pequeña, aproximadamente a los 2 años fue
diagnosticada con dicha enfermedad. Ante los hechos, el médico a cargo del
tratamiento sugirió a los padres la “fabricación” en laboratorio de otra hija
totalmente compatible con Kate y que sirviera para donarle todo aquello que le
permitiera seguir con vida. Tal y como se sugirió los padres de Kate,
fabricaron en laboratorio tras un proceso de selección de genes, a la pequeña
Ana, quien efectivamente resultó ser totalmente compatible con su hermana en
cuanto a la donación de órganos se refiere. Desde el momento de su nacimiento
hasta la edad de 11 años, Ana se sometió a incontables intervenciones en aras
de mantener a su hermana con vida, a pesar de que ninguno de ellos lograba que
Kate recupere la salud, al contrario sólo se deterioraba cada vez más y se
alargaba tristemente una vida que ya estaba destinada a llegar a su fin. El
momento central de la historia se da cuando Ana, se muestra decidida a no
permitir ninguna otra intervención en su cuerpo que genere un debilitamiento en
su calidad de vida. Para esto acude a un abogado famoso en la ciudad e inician
un proceso de emancipación médica que imposibilite a la madre de ambas menores,
Sara, el continuar con la absoluta disposición del cuerpo de Ana para proteger
a la hermana. Esta chocante acción de Ana, genera que cada uno de los miembros
de la familia empiece a cuestionarse, cuánto les ha afectado no sólo la
enfermedad de Kate sino el hecho de que los actos de los padres y de los hijos
se dirijan solamente a intentar que la niña enferma se mantenga con vida sin
tener en cuenta las necesidades y reales intereses de los otros. Kate alza la
voz y hace notar por ella misma que todas las acciones destinadas a mantenerla
con vida resultaban inútiles que sólo estaban logrando una depresión constante
no sólo en ella sino en cada uno de los miembros de la familia, que vivir no es
simplemente sobrevivir y que por tanto estaba preparada para morir como ya
estaba destinado.
Considero que esta película
resulta muy enriquecedora no sólo en la vida personal de aquellos que hayan
tenido oportunidad de verla, sino que además permite que nos planteemos muchas
interrogantes jurídicas que hoy por hoy se debaten arduamente en los distintos
ordenamientos jurídicos del mundo.
Por un lado está el tema de la
cosificación de la persona humana. Las legislaciones, los grandes luchadores
por la igualdad olvidan en muchas ocasiones que la persona humana desde el
momento de la concepción, es decir de la unión del óvulo y del espermatozoide
constituye un sujeto de derechos y no objeto para el derecho. La persona humana
es valiosa y digna de ser respetada, amparada y protegida desde el primer
momento en que nace, en que se genera la vida; su valor no depende de cuánto
pueda servir para los fines que otros hayan planteado para ella. De tal modo
que resulta muy cuestionable y altamente anti ético que el médico a cargo del
tratamiento de la menor haya sugerido la “fabricación” de una menor con el fin
de salvar a otro ser humano, desde ese momento se le quitó su valor en sí misma
y arbitrariamente se dispuso el fin para su vida, servir para otro. Otro
importante aspecto está en que para el nacimiento de la menor se utilizó la
técnica de reproducción humana asistida de fecundación in vitro, y no es que se
trate de una simple fecundación en laboratorio para darle la posibilidad a una
pareja estéril de ser padre; sino que se utilizó la tecnología para
exclusivamente “crear” una persona humana a la medida, exactamente con las
características esperadas. Se aplicaron inmoralmente las técnicas, incluso no
se ha tenido en cuenta que muy probablemente varios embriones fueron congelados
y posteriormente desechados, jugando a ser dioses, limitando a quien no tiene
que ser limitado.
En segundo lugar está el tema de
la emancipación médica, entendido este como el derecho de la menor a que su
madre, quien ejerce la patria potestad, no pueda disponer de su cuerpo a su
sola discreción. El ejercicio de la patria potestad no es sinónimo de
propiedad, lo que se busca es la protección al menor bajo la conciencia de que
este en los primeros años de vida no puede valerse por sí mismo, y que además
posee inmadurez física y psicologíca para realizar decisiones acertadas que a
la larga podrían influir en el desarrollo de su vida como persona humana. Sin
embargo, lo que sucede en la película materia de comentario, es que Sara,
considera que Anna es un objeto suyo del que puede disponer en el momento que
se necesite sin considerar la vida, integridad, salud mental y física de la
pequeña hija. Es acertado el inicio del proceso y el resultado favorable de
este, pues una vez más se verifica claramente la cosificación de la persona
humana.
En tercer lugar aparece la idea
de la existencia o no de un “derecho a morir”. ¿Acaso cada uno de nosotros como
dueño de nuestro cuerpo, de nuestra vida podemos decidir deliberadamente cuándo
ponerle fin? Más aún si es que padecemos alguna enfermedad física o psicológica
que nos genere sufrimiento, ¿Por qué no podríamos pedir la aplicación de la
eutanasia? Y es aquí donde encaja perfectamente la afirmación que la vida humana
tiene valor en sí misma al margen de cuán útil puede resultar esta, su
valoración no puede ser material. Los médicos y la tecnología al servicio del
hombre y no el hombre al servicio de la tecnología deben agotar todos los
medios para salvar la vida, sin caer en el llamado ensañamiento terapéutico
también conocido como distanasia y que en mi opinión calza perfectamente en el
drama de la pequeña Kate. Entendemos a la distanasia como el encarnizamiento,
obstinación en el empleo de todos los medios posibles, sean proporcionados o
no, para prolongar artificialmente la vida y por tanto retrasar el advenimiento
de la muerte en pacientes en el estado final de la vida, a pesar de que no haya
esperanza alguna de curación. Los criterios a tomar en cuenta son:
- · Inutilidad o ineficacia de la terapia
- · Penosidad o gravosidad para el enfermo
- · Excepcionalidad de las intervenciones o medios terapéuticos (medios desproporcionados)
Es importante tomar en cuenta un
pequeño texto extraído de la encíclica Evangelium Vitae: “Se da ciertamente la obligación moral de curarse y de hacerse curar,
pero tal obligación debe confrontarse con las situaciones concretas; es
necesario valorar si los medios terapéuticos a disposición son objetivamente
proporcionados a las prospectivas de mejora. La renuncia a medios
extraordinarios o desproporcionados no equivale al suicidio o a la eutanasia;
más bien expresa la aceptación de la condición humana ante la muerte”.
Siendo entonces claro, tras el
análisis realizado, que la menor producto de la obstinación (natural) de su
madre de mantenerla con vida, era producto de un tratamiento desproporcionado
no tenía posibilidad alguna de curación, todas las terapias aplicadas y
posibles de ser aplicadas en ella no tendría ningún resultado positivo sólo el alargamiento
innecesario de la vida.
Yoseline Muñoz Góngora
Abogada
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